jueves, 6 de junio de 2013

NO a la Sanidad DESHUMANIZADA


Me entró la inspiración para escribir este post el otro día en la urgencia pediátrica, una mañana de éstas en las que no tienes nada que hacer.

Como enfermera, a veces me siento avergonzada de algunos profesionales o compañeros y como persona me causa el mismo efecto.

 Es curioso que en primero de carrera, las encuestas señalen que la máxima prioridad de los futuros enfermeros sea el paciente, por encima de cualquier cosa. De su bienestar, de su salud, de su integridad... Más curioso es todavía que en tercero, los mismos estudiantes, hayan perdido al paciente por el camino. Ya no les interesa el paciente si no que, ahora, la prioridad es realizar a la perfección las técnicas y los procedimientos de Enfermería (léase extracciones, sondajes, gasometrías...). Es triste pero tan cierto como que me llamo Verónica.

Desconozco como será el tema en Medicina, pero imagino que sea más de lo mismo y con más motivo por lo que puedo ver y vivir de primera mano.

Esta situación, como ya he dicho, me parece súper triste e indignante porque no nos estamos dando cuenta y perdemos el pilar fundamental de nuestro trabajo, se nos olvida muy pronto que es por y para ellos por los que nos dedicamos a ésto.

Disfruto con la Enfermería, le da a mi vida un sentido que ninguna otra profesión hubiera conseguido. Desde pequeña quise ser enfermera pero mi miedo a la sangre me frenó un poquito bastante. El que me mareara cada vez que me sacaban tubos y tubos no ayudó mucho tampoco. Pero conforme fui creciendo, vi que era algo más psicológico que un miedo en sí.

Total que fui dando palos de ciego hasta que conseguí entrar en la dichosa carrera de Enfermería. No bastó que tuviera que irme a Talavera de la Reina a hacer otra carrera que no me servía para absolutamente nada, puesto que me fui con la intención de pasar un año allí, en tierras toledanas y pedir el traslado a Enfermería. Se complicó la cosa un poco y me vine, porque mi objetivo no era posible y mantenerme allí y tener un piso abierto para nada, pues era tontería. Así que, a los pocos meses regresé a mi ciudad y me puse a trabajar para no estar perdiendo el tiempo y por lo menos ganar dinero. Cuando llegó verano del mismo año, ya estaba matriculada en un FP superior de Imagen para el Diagnóstico, vamos, lo que viene siendo rayos de "tó" la vida. Y ahí me mantuve los dos años que duraba el módulo, pagando una pasta y trabajando al mismo tiempo para poder entrar en mi ansiada carrera.

¡Tanto tumbo tuve que dar por haber hecho el bachillerato de sociales!

Pasaron los dos años y llegó septiembre del 2009, entré en Enfermería con un sobresaliente y mi meta se había cumplido. Tanto esfuerzo había merecido la pena y obtuve mi recompensa. Pero (siempre hay un pero de por medio), para poner la guinda al pavo, me pilló Bolonia y puedo decir que soy de la primera promoción de Graduados de Enfermería. (Del grado hablaré en otro momento, si eso, porque como empiece a hablar y despotricar, no acabo en la vida).

Todo este rollo viene porque me da mucha rabia que con lo que me ha costado llegar hasta donde estoy, haya gente que no sienta esta vocación (y aquí también meto a médicos), que haya gente que escoge estas profesiones por un buen salario y, a mi parecer, haya gente que no tenga las habilidades necesarias para desempeñar un trabajo como éste, tan bonito y sacrificado a la vez. Y no estoy hablando de habilidades en cuanto a manejar a la perfección la dolorosa técnica de la gasometría, si no de habilidades sociales, de saber TRATAR al PACIENTE, de empatía, de saber dónde, cómo y cuando tienes que estar, de acompañar, consolar, aliviar, de respetar, respeto hacia su persona y a su intimidad, porque al fin y al cabo son eso, personas, personas que sienten y sufren, no máquinas a las que puedes tratar como tu quieras. No puedes permitirte el lujo de equivocarte porque estés pensando en la mona pascua porque un error puede hacer que te lleves a una persona al otro barrio en un plis-plás. Y algo que vengo observando, sobre todo que estoy en Urgencias, es que se nos olvida muy fácilmente que las personas, los pacientes sienten dolor o un malestar que les hace acudir a Urgencias. Que sienten que sus necesidades no están como deberían estar, que su percepción de salud no es el esperado y para eso estamos nosotros, para intentar subsanar, cubrir y curar en la medida de lo posible.

Por eso, me lleva  a los demonios que un Señor ingrese en Observación (por una determinada patología), un Señor que, resulta, estaba de senderismo por aquí, por tanto se encuentra fuera de su casa, de su familia, que ya de base tenía una enfermedad que le impide mover la mitad de su cuerpo y que no se puede comunicar con normalidad (pese a su juventud) y que, lo más importante creo yo, su familia esta en otra comunidad.

 Por eso mismo, me parece lo más normal del mundo, que el hombre ingrese emocionado, que llore como un niño. Porque es humano, tiene sentimiento y entiendo que su situación es difícil. Y me joroba (por no decir otra cosa) que llegue la médico de turno y le diga al hombre que no llore. El pobre para, pero cuando nos acercamos a prepararlo y el hombre rompe a llorar otra vez, la misma médico se levanta de su silla velozmente y le repito al Señor que no llore, una y otra vez. El hombrecillo acaba sollozando y reprimiendo el llanto, pero no puedo, por lo que la "pedazo" de médico se levanta, nuevamente, de su cómoda sillita y termina gritándole "¡¡¡¡Que te he dicho que no llores más, que me pones nerviosa y no puedo trabajar!!!!" A todo ésto, a ti se te queda una cara de gilipollas que flipas, pipas y te repites una y otra vez que no puede ser verdad, que es imposible que eso haya pasado.

 Una médico joven, que lleva tantos años preparándose y formándose, le dice eso a un hombre, ella que solo se acerca a él porque le hace falta alguna cosa o necesita hacerle algo y no se preocupa lo más mínimo de como se encuentra salvo por su patología, solo ve enfermedad no ve más allá de eso y se olvida que detrás de una fibrilación, un cáncer o una apendicitis hay una persona, con NOMBRE y APELLIDOS que sufre, no es "la cama 9" o "el del cáncer".

 Y ya para coronarse la tía, llega el momento en que la mujer del paciente llega a la Observación a ver a su marido. Os podéis imaginar la situación, ¿no?. Pues obviamente el hombre se emociona, llora y solloza y su mujer igual, se funden en un abrazo que, os juro, me llegó al alma. Pero tranquilas, que rápida y veloz se acerca nuestra "héroe" y corta la situación de raíz y les dice, con los brazos en jarra "Pero vamos a ver, que te he dicho, que no llores, ¡QUE NO LLORES!"





Me sentó tan mal que mi reacción instantánea fue acercarme a él, cogerle de la mano, mirarle a los ojos y decirle "Puedes llorar todo lo que quieras, si necesitáis cualquier cosa solo tenéis que pedírmelo", puse el biombo y arreando. Todos fuera, que tuvieran su momento de intimidad. Cada poquito rato me iba acercando para cogerle de la mano, pasarle la misma por la frente y mirarlo a los ojos para preguntarle como se encontraba y hablar un poquito con él.

El paciente se fue de observación para ser trasladado a su ciudad y se despidió de mí, cogiéndome de la mano y  dándome las gracias, unas gracias que sentí sinceras, una mirada que mostraba agradecimiento y emocionados los tres (paciente, esposa y yo) me despedí del matrimonio deseándole que todo saliera bien.

 Son estos momentos son los que le dan sentido a mi trabajo, me animan a seguir adelante, que sienta que hago bien mi trabajo y que me importe un carajo lo que me digan los demás porque hago lo que siento, lo que creo que es correcto, lo que me gustaría que me hicieran a mí si estuviera en el lugar de este hombre, por ejemplo.

 Para mí, el contacto directo con el paciente es lo más bonito que tiene mi trabajo y disfruto con ello porque creo que así ayudo a los demás, creo que les hago sentir mejor en esos momentos tan delicados y que vean que pueden contar con su enfermera. Que estamos ahí para algo, no para poner medicación y hacerles daño.

Sin más, aquí os dejo mi pedazo de sermón, pero es que mi INDIGNACIÓN es máximo y quiero quejarme y gritar que las cosas deberían cambiar y el cambio debe empezar por nosotros, los profesionales.


4 comentarios:

  1. es cierto lo q dices, a veces los profesionales (ojo, no todos) olvidan q tratan con personas, con niños malitos y asustados... y los tratan como números...

    y tú cómo estás? comenzaste ya con la rojo? o hay sorpresa?

    suerte

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    1. Que va!! De momento nada. Estuve manchando de esa manera 4 días. El día 19 voy al gine y pienso esperar a que el me diga si hay sorpresa o no....jajajaj

      Un besito!!

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  2. Hasta el día 19 nada?? yo me haría la prueba para estar má tranquila. Pero yo soy una caga prisas.

    Yo tuve sangrado de implantación pero muy leve y gracias a que llevaba las braguitas blancas sino ni lo veo.

    Lo que comentas en el post pues yo he tenido de todo. Afortunadamente más cosas buenas que malas pero ves a gente que odia su trabajo y se nota en el trato con el paciente. Una verdadera pena.

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  3. Nas nas días Beronykas M
    Q tal vas?

    no nos dijiste q tal en la visita al gine.
    Todo bien?

    besos

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